Si vais al Museo Británico y visitáis la sala dedicada a la Historia del Dinero, os encontraréis con la primera edición del libro El Maravilloso Mago de Oz (The Wonderful Wizard of Oz), ¿y por qué está allí ese libro?.
En él se critica una parte importante de la historia del dinero, en concreto, la época en la que el valor del dinero, tras la aparición del papel moneda, se fijaba según la cantidad de oro de la autoridad emisora de monedas y billetes. Este sistema monetario, conocido como patrón oro, establece una equivalencia dinero-oro.
Con ello, cualquier ciudadano podía pedir en cualquier momento la conversión de sus billetes por oro.
A finales del siglo XIX, siendo el patrón oro la base del sistema financiero internacional, se produjo en Estados Unidos una gran deflación que generó una deuda enorme, cuyos principales afectados fueron los granjeros del oeste.
El partido demócrata, que defendía los intereses de los agricultores, quería que también se utilizase la plata para respaldar el dinero, es decir, quería un patrón bimetálico, oro-plata, para, de esa manera, incrementar los precios. Sin embargo, el partido republicano se oponía a utilizar la plata.
El periodista L. Frank Baum escribió un cuento, El Mago de Oz, donde representó este enfrentamiento político económico. Existen distintas interpretaciones del mismo pero no hay duda de que pone de manifiesto el debate sobre la política monetaria del momento.
En la ciudad todo parecía hecho de oro y esmeraldas, aunque en realidad lo que sucedía era que el Mago obligaba a que todos llevasen unas gafas con las que lo veían en verde como si todo fuera de esmeraldas y así creían que era mago de verdad ( hacía referencia al valor ilusorio del papel moneda, y era verde porque era el color de los billetes de 1 dólar).
Dorothy descubre que la solución para volver a casa está en sus zapatos de plata.
Inteligencia, corazón, valor, de los distintos implicados para reclamar un sistema bimetálico que solucionara la grave crisis que atravesaban los Estados Unidos.
Sin embargo, Estados Unidos continuó con el patrón oro aunque tras la Primera Guerra Mundial y tras la Gran Depresión muchos países europeos fueron adoptando el sistema de dinero fiduciario, el valor de las monedas estaba respaldado por la autoridad monetaria de cada país.
En 1944, tras la Segunda Guerra Mundial, los Acuerdos de Breton Woods persiguieron crear un sistema monetario internacional y, como no se veía factible una moneda única (el Bancor, propuesta por Keynes), establecieron el patrón dólar oro, en el que el dólar estadounidense ejercía de divisa internacional a un cambio fijo en oro. Estados Unidos se comprometió a mantener el valor del oro en 35 dólares la onza para las operaciones entre Bancos Centrales. A partir de ese momento, el precio de las monedas de los otros países se fijaba en relación al dólar. Se compraba oro a cambio de dólares, y dólares a cambio de oro.
Las grandes adquisiciones de oro para especular comenzaron a vaciar la reserva de Fort Knox, muchos países europeos también comenzaban a repatriar su oro, llegó un momento en que había más dólares que oro que los respaldara, por lo que el precio del oro era superior al cambio fijo de oro; sumado al enorme gasto de la Guerra de Vietnam y al déficit de la balanza comercial hicieron que, el 15 de agosto de 1971, el presidente republicano, Richard Nixon (aconsejado por Milton Friedman) tomara una serie de medidas económicas entre las que se encontraba la suspensión del acuerdo de convertibilidad del dólar respecto al oro, abandonando para siempre el patrón oro y pasando al sistema de dinero fiduciario, en el que el valor del dólar estaría respaldado por la autoridad monetaria estadounidense, la Reserva Federal.